miércoles, 24 de septiembre de 2008

Cuenta Cuantos Cuentos Cuento...*!

Un diario, amor y locura.

Ella es Vale te la presento es mi amor desde la infancia – Dijo Héctor a su nueva amiga Aldonza. Aun la quiero y sueño que esta conmigo.


¿Qué le ha pasado?- Pregunto Aldonza
Ella quiso desaparecer- Dijo Héctor afligido
¿Cómo? ¿Qué hizo? – Volvió a preguntar.

Héctor camino se sentó en un sillón negro con cojines rojos que había en su habitación, se puso cómodo y suspiro.
Para mi era maravillosa y feliz, pero de un tiempo a otro sentía que su vida se apagaba.


Muchas veces me contaba que ella no quería vivir, sus padres se separaron cuando ella solo tenía 14 años. Su padre era alcohólico y la golpeaba, muchas veces se ponía un poco mas cariñoso de lo normal, para Vale todo se ponía gris cuando el llegaba, y trataba de decirme que le pasaba, pero no podía; su vos se desvanecía y solo podía llorar.


Poco a poco se convirtió en una persona sin sentimientos, era como si su corazón no latiera, cada día se veía más triste y su sonrisa se apagaba cada vez más. Yo por mi parte la veía escribiendo siempre en un diario que guardaba desde que tengo memoria, era como que toda su vida estuviera en esos trozos de papel, además no solo escribía en su diario sino en servilletas, etiquetas; cualquier cosa que luego pudiera pegar en su baúl de recuerdos, tan pequeño llamado diario.


Este mismo- Dijo Héctor a Aldonza.
Al final no era un diario tanto como personal. Como ella sabia que algún día pasaría, me lo dedico para contarme sus mayores secretos.
Entre sollozos y unas cuantas lagrimas Héctor abrió el diario y comenzó a buscar las ultimas paginas, mientras con un pañuelo seco su cara y prosiguió su historia.

13 de Noviembre del año 2004
Llegue estaba el, comencé a tener miedo, mamá no estaba como siempre lo hacia, trato de subir mi falda. Resistí aunque primera vez que se ponía muy brusco, me pego y al fin logro su objetivo, me violo y yo soy su hija, el muy fresco se fue como si nada me dejo toda golpeada y sangrando.


En el momento en que cerro la puerta, soltó la manilla; enloquecí, la impotencia se apodero de mi, corrí con desesperación a la cocina tome un cuchillo con tanto filo que tenia preparado, corrí por las escaleras del edificio para alcanzarlo, lo único que sentía por dentro eran unas locas ganas de matarlo. Al fin caí en las escaleras, el cuchillo salto y aun ahora que hace un buen rato que deje de perseguirlo no se donde esta.


Tirada en el suelo comprendí que mi vida era un desastre, me calme un poco y subí de nuevo al 2340, aquel departamento asqueroso el que tanto anhele, por tanto tiempo y hoy me da asco.
Fui al rápidamente al balcón tome el corta cartón con el que el me amenazo y en el borde del balcón lista para saltar, decidiendo entre la vida y la muerte, cuando sonó el teléfono. Con timidez fui a atenderlo, era mamá me pregunta si estoy bien y no se dio cuenta que su hija estaba mal, apunto de matarse. ¡Por que! Nunca me quiso, ni le importe ¿entiendes? Colgué y fui de nuevo al balcón, ahora estoy mas segura de que si muero no me extrañaran, como saltar no era una forma segura de que moriría instantáneamente.


Tome ese cuchillo corta cartón y corte una de las capas de mi piel. Sentí mi muerte, mi sangre derramarse.
Al momento Héctor despertó y con sus ojos hinchados se dio cuenta que Aldonza lo miraba, nadie decía nada.


¿Me contaras? – Dijo Aldonza
Ahí se dio cuenta que solo recordó, soñó y no había contado nada.


El tren se acercaba. El pitillo sonaba para avisar su pronta llegada, impulsado por el amor y dolor corrió hasta la barra de contención, la atravesó, llego el tren y acabo con todos sus malos recuerdos.

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